XV Edición del concurso de minicuento El dinosaurio
Cada año el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso convoca a su concurso de minicuentos El Dinosaurio. En el marco de la pasada Feria Internacional del Libro de La Habana, se hizo entrega del premio y las menciones correspondientes a la edición XV. Resultó ganador el escritor Israel Domínguez Pérez con «Perfeccionista». Las cuatro menciones fueron para «Vibrato» por Karla Flores, «El pequeño Hans» por Ana Dalia Junco Ronquillo, «Si no te viene nadie a despedir» por Noel Pérez García e «Insomnios 4 AM» por Luis Pérez de Castro.
El jurado estuvo integrado por los escritores Alberto Marrero, Susana Haug y Rafael de Águila.
Premio
Perfeccionista
Autor: Israel Domínguez Pérez
Cuando salió de su cuerpo, se percató de que faltaba en su nota de despedida, además de una coma, la palabra que nunca se atrevió a decir.
Menciones
Vibrato
Por: Karla Flores
—Endereza la espalda. La joroba te resta actitud. Ahora. Pon la mano. Así no… destensa, tienes que estar relajada. Descansa el brazo al lado del cuerpo. ¿A ver esas yemas? Las tienes blandas. Andas perdiendo el tiempo. La graduación te está pisando los talones y si no haces bien el vibrato, no te vas a poder graduar. Vuelve. Olvídate del pelo en la cara. Lo tuyo es salir de aquí hoy haciéndolo… Ahora sí, ya tienes la mano mejor. Te siento. Arriba y abajo. Lento. Baja el codo. Ahí… con pulso. Una contrabajista sin pulso no es nada. Mejor. Crece el movimiento, más rápido. ¡Fuerte! Agárralo duro y saca más sonido, más. No pares… Así. Oh, sí, así… ¿Te das cuenta? Es el mismo movimiento. La misma intención. Yo sabía que con este método ibas a acabar de entenderlo. ¡Ay, pequeña! Como hemos perdido tiempo, ¿verdad?
El pequeño Hans
Por: Ana Dalia Junco Ronquillo
Era feo y se enamoró de una pelirroja. Pelirroja y peligrosa, podrían haberle dicho. Pelirroja y diabólica, no dudaron en señalarle. Pelirroja y puta, era el veredicto de la aldea. La aldea de él que era un poblado, una ciudad, un mundo. Hans se enamoró de una pelirroja y le puso un nombre bonito en su corazón. La llevó de la mano en fantasías amistosas y decidió que el sueño más dulce sería poner a dormir el corazón en sus brazos. Pero él era feo y los feos no tienen finales felices. A los feos solo les queda ser escritores y matar en sus cuentos a las sirenas pelirrojas que eligen al príncipe equivocado.
Si no te viene nadie a despedir
Por: Noel Pérez García
Irte es como la muerte / si no te viene nadie a despedir.
Joan Margarit
Cuando llegó a la frontera del país se volteó. Hasta hoy no había tenido necesidad de ese gesto. Siempre le tocó alzar el brazo, agitar la mano entristecida, decir adiós. Pero el país es manco.
La costumbre le acalambró el brazo. O eso creyó.
Insomnios 4 AM
Por: Luis Pérez de Castro
Si ustedes ven lo que pasó. Yo la miraba aclamar con un gesto de niña torpe por mí. La miraba fijamente desde el fondo, no solo de sus ojos, también del vestido transparente y del blúmer que se asfixiaba entre sus nalgas. Yo escudriñaba con atención la inmensidad de sus muslos, que dejaban un trazo de su coquetería. Ella a cada rato se volvía para mirar dónde yo anclaba mis ojos. Que encantamiento cuando sonrió, no supe qué hacer. Entonces caminó hasta mí, tendió la mano y… La multitud, la noche, las estrellas desdibujando unos dedos que no pude ni rozar. Era imposible imaginar siquiera cómo pudo ocurrir. Yo me sentía protegido por sus miradas y ya sin fuerzas me dejé arrastrar por la huella de su compañía. Qué envidia la de Gene Kelly si me hubiera visto bajo la lluvia con mi danzonete prueba y vete. Quise mantener la quietud, el tibio murmullo de su suspirar, su torso pequeño y semidesnudo, como con fuego en los bordes. «Qué zíper más duro», dijo y me quité los pantalones. «¡Dios!», exclamé mientras su lengua hurgaba entre mis oídos. Borracho por su aliento enrosqué mi mano alrededor de su cuerpo frágil, obediente y… La multitud, la noche, las estrellas desdibujando su pelo que caía al piso, sus nalgas desfallecidas colgándole hasta las rodillas y mi mano derecha convertida en el Iceberg que nunca él soñó le acariciara el rostro.